El riesgo de la codicia

 

Acabo de leer mi porción bíblica de hoy: 2o Reyes 5. 20-27. La meta es leer diariamente, hasta terminar toda la Biblia. La porción trató acerca de cuando Giezi, el criado de Eliseo, le pareció que Naamán el sirio debía haber pagado por lo menos algo por su sanidad, por su milagro. Avaricia. Giezi ni siquiera estaba pensando en un pago para ofrendarlo a Dios (Él no lo iba a aceptar de cualquier manera), o a Eliseo (tampoco él lo hubiera aceptado), Giezi quería un poco de recompensa (tan siquiera un poco) por el milagro tan impresionante… ¡Algún agradecimiento demostrado tenía que haber! Quería un pago. Por su ministerio. Error.

Quedó leproso. Le quedó una marca a él y a sus descendientes (sí, esa fue la sentencia) de que él alguna vez quiso la recompensa por algo que Dios ofrece gratis. Un ministro debe recibir un sueldo o salario para subsistir -eso es justo y bíblico-, pero cosa distinta es que un ministro busque que le paguen por ser el instrumento de Dios para predicar o sanar. Eso no sólo es penoso, sino injustificado y severamente sancionado por el jefe del ministro, ni más ni menos que Dios mismo. Él nos ayude a mantenernos ubicados para hacer su voluntad como a Él le agrada.

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