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El perdón sabe a napolitano

Hoy tuve el devocional con los niños del Colegio. Concluimos que si el perdón tuviera sabor, sabría a helado de napolitano. Y de limón, de galleta, de pay de limón, a chocolate, a almendra y nuez...





La falta de perdón sabe a ...










... limones. A "feo, agrio, madera, ácido, iaw".



Les enseñaba también a los niños, que siempre que nos ofenden tenemos la opción de aceptar la ofensa o esquivarla, por que el perdón sabe bien, HACE BIEN; perdonar sólo es para los fuertes. Cuando aceptamos la ofensa, no perdonar sabe mal, y HACE MAL, eso es para los débiles.


¿La ofensa es muy grande para ser ignorada? Perdona.
¿La ofensa es tan insignificante, pero aún molesta? Perdona.



En realidad es fácil perdonar cuando ni siquiera tienes algo qué perdonar. Resulta muy útil esquivar el objetivo malévolo de la ofensa.


Pero cuando algo de la ofensa se insertó, el rico sabor del perdón nos hace fuertes.
En extremo FUERTES.
















Manejando

Muchas cosas suceden mientras conduzco mi funcional y bello chevy.
Regularmente estoy callada, disfrutando del silencio forzado por carecer de stereo y cualquier otro aparatejo que emita sonidos perturbadores. Entonces conduzco con reflejos muy dispuestos a reaccionar pues la transmisión es estándar.

Y observo.


Los extraordinarios cerros, el pavimento, la gente con expresiones, el cielo, los letreros, los autos... Ah, claro. Y también miro hacia adelante, por que recuerdo de vez en cuando que voy manejando.

La sombra de un camión, piedras en montón, un cerro estrepitoso, el agente de vialidad sonriendo, el boceador arrugado, el pavimento largo... Todo me captura y me resume en un suspiro. Cuando menos lo pienso, estoy estacionando el chevy afuera de la oficina y tengo que preguntarme... ¿en qué momento llegué?

Me gusta observar. Trato de captar en mi memoria lo más posible, saborear lo más permisible, pues en un mismo suspiro la vista se puede escapar, junto con la vida. ¡Y qué desperdicio de pupilas ante tanta belleza a mi alrededor!

Estoy por retirarme. Debo ver qué nuevas hazañas me voy a encontrar. Con suerte y hasta me vuelvo a sorprender.